En nuestra segunda clase vimos un video de dos personas dando una clase magistral, en las cuáles por mucho quisieras, o por una cosa o por otra, no podías seguir.
En una de ellas, el profesor hablaba de una forma monótona, lo cuál al final, termina por dormirte, no sabía de lo que tenía que hablar y estaba continuamente leyendo y en ningún momento miraba a los alumnos, sólo los papeles o al suelo.
Por su parte, en la segunda clase, el profesor hablaba muy rápido, imposible de seguir lo que decía, era inentendible, no hacía pausas al hablar, hacía muchos gestos, lo cuál te lleva a estar más pendiente de los gestos que de lo que dice. Además, por detrás de él pasaba gente que te distraían y el profesor tenía mucho lío de papeles, y no sabía cuál era el que tenía que coger.
Después de ver estos vídeos, me hizo pensar en mis errores a la hora de dar clase, y es que aunque muchos piensan que ser maestro es lo más fácil del mundo, a más de uno me gustaría a mi ver a pie de aula. Y es que no es lo mismo ser el docente que el discente. Cuando estás al otro lado de la barrera es cuando te das cuenta de los errores de los demás.
Tus alumnos son los que mejor te pueden orientar de tus errores, cuando no te entienden, no te prestan atención, hablan, se distraen… esos son indicios de que algo estás haciendo mal y debes pararte a reflexionar e intentar corregir tus errores.
El video que muestro a continuación está hecho por estudiantes donde nos explican muy bien las características de un buen profesor. Echádle un vistazo!!
Una vez vistos los vídeos, reflexionamos sobre las cualidades que debe tener un buen maestro a la hora de dar una clase magistral, y son tantas cosas en las que te tienes que fijar, que la lista de cualidades no se termina nunca, por lo que es necesario que cada vez nos fijemos en un aspecto para evaluarnos a nosotros mismos, o como, acabo de comentar, con la ayuda de nuestros alumnos. Poco a poco ir mejorando ese aspecto concreto y cuando esté dominado, nos planteamos otro objetivo. De esta manera, algún día llegaremos a tener casi todo controlado para poder hacernos entender, dando lo mejor de nosotros mismos.
A continuación dejaré una foto que resume todas esas cualidades de las que hablo.
Está claro, que nuestra profesión es puramente vocacional, sin menospreciar a las demás, pero quizá sea una de las que más, ya que tienes en tus manos el futuro de muchos niños, y de ti dependerá que esos niños el día de mañana lleguen a ser alguien importante. Y no sólo eso, sino que por ti adquieran el gusto por la enseñanza, ya que yo pienso que todo el mundo cuando dice que quiere ser maestro, es porque alguno de sus docentes en algún momento de su vida fue un ejemplo a seguir. Y yo, yo quiero ser el ejemplo a seguir para mis pequeños.
Para terminar, me gustaría dar los motivos por los que yo soy maestra. Soy maestra porque adoro a los niños y me encanta enseñar, porque sus conversaciones me parecen el mejor libro jamás escrito, porque aunque se enfaden, lo olvidan al momento, porque siempre te reciben con los brazos abiertos, porque afrontan con ilusión cada día, porque nunca pierden la curiosidad, porque todos los días terminan con una gran sonrisa, porque gracias a ellos me olvido del resto, porque se me caen las lágrimas cuando llegan las vacaciones y me tengo que despedir de ellos, y sobre todo, porque cada año que pasa tengo la satisfacción de haber dejado huella en cada uno de sus corazones.
No quiero terminar sin hacer mención a Gabriel Celaya, el cuál nos explica a la perfección el concepto de educar.
enarbolada.